domingo, 14 de octubre de 2007

La infiltración biotecnológica

Al principio algunos pensaron que el sentido común impediría que alguien pudiera patentar a un ser vivo en Estados Unidos. Pero con el tiempo, las presiones de las multinacionales que invertían sus millones en bioingeniería fueron lo suficientemente fuertes como para hacer que jueces le dieran la razón a ellos. Ahora, si alguien crea un nuevo tipo de bacteria en su laboratorio, entonces es su propiedad intelectual. Si alguien crea un nuevo tipo de maíz, igualmente será suyo. No solo eso, ahora también se puede patentar el genoma de cualquier especie, incluyendo la nuestra. De modo que hoy día, algún geneticista o empresa puede ser dueño de nuestro mapa genético, sin habernos pedido permiso.

Hasta este grado de absurdo ha llegado el capitalismo salvaje americano.

Si hay una multinacional que se caracteriza por sus fechorías siniestras, esa es la empresa agrícola y biotécnológica Monsanto. Ésta es responsable de crear hormonas de crecimiento para las ubres de vaca que producen leche que terminamos bebiendo; leche con contenidos carcinógeos. El uso de esta hormona transgénica está prohibido en la Unión Europea y muchos más países, sin embargo en EEUU ha logrado asentarse, a pesar de los daños que le causa a los animales (ubres descomunalmente grandes que impiden que las vacas siquiera puedan caminar) y el cáncer en seres humanos.

Otra aberración de Monsanto fue conseguir la patente para una variedad transgénica de maíz. El maíz, como toda semilla, se dispersa. En algunos casos la variedad de Monsanto ha cotaminado plantaciones de agricultores independientes. Monsanto ha llevado a los tribunales a esos agricultores diciéndo que cultivan un maíz patentado. Los agricultores se defienden diciendo que ellos no fueron responsables de que esas semillas llegaran a sus plantaciones. ¿Y saben lo que dictaminaron los tribunales? Que todo el maíz de variedad Monsanto le pertenece a Monsanto aunque esté en terrenos que no son suyos. De modo que o los agricultores le pagan a Monsanto, o tienen que quemar los MILLONES de granos. Esto ya ha sucedido. Así que si creíamos que las frutas y los vegetales eran un patrimonio de todos; ahora en EEUU se nos dice que no, por cojones que no. ¿Qué sucedería si un buen día todos los vegetales fueran patentados?

Monsanto le facilita la vida a esos agricultores que se quejan, pues les vende un herbicida que se llama Roundup, que cuando se aplica a los cultivos de maíz mata a todas las variedades excepto a la de Monsanto. Así vemos como una multinacional no sólo se encarga de crear una variedad nueva de vegetal, sino que se encarga de destruir todas aquellas distintas a la suya. De modo que al final TODO el vegetal de ese tipo que quede en el mundo sea "poseído intelectualmente" por ellos.

Una vez vi un programa de Penn & Teller donde se burlaban de los que criticaban la ingeniería genética en los alimentos. Yo me lo creí, pero ahora comprendo mejor las preocupaciones de Greenpeace y no me da tanta risa. El problema que representa la ingeniería genética es que antes se creía que cada propiedad física de un ser vivo era determinada por un gen específico. Ahora la ciencia ha descubierto que un solo gen puede determinar varias características físicas. De modo que, por ejemplo, si yo altero el gen del maíz para que sea más resistente a un herbicida, ese mismo gen también puede manifestar otros cambios físicos o químicos imprevisibles. Y esto quizá explica por qué gran parte del maíz transgénico no es digerible. Cada vez que comas maíz, cuando vayas a cagarlo, mira al inodoro, y no te sorprendas si vez granos enteros de maíz flotando entre tu mierda.

Pero en una cagada no queda todo. También se ha probado que ciertas frutas alteradas pueden matar a insectos (incluyendo mariposas inofensivas) que llevan miles de años comiéndolas. Es decir, ya no sólo se usa el herbicida para controlar las pestes, sino la genética misma. Pero ahora imaginemos qué ocurre con esa toxicidad una vez nos comemos la fruta. ¿Alguien oye la palabra "cancer"...? Los alimentos transgénicos, como la soya, también han mostrado crear alergias en personas que no tenían anteriormente ninguna.

Vamos, pregúntate: ¿Dejarías tu alimentación en manos del creador del agente naranja?

Penn & Teller decían que los de Greenpeace eran unos caradura, ya que los alimentos transgénicos podían alimentar a millones de personas muertas de hambre. El maíz transgénico crece rápido y mejor, así que puede alimentar a toda esa gente sin comida, dicen. (Lo que no dicen es que el maíz lo cagas entero.) Pero esto es sólo una propaganda falsa que las multinacionales han inventado para venderse. La realidad es que el hambre no se debe a una escasez de alimento. El hambre se debe a que los gobiernos de los países tercer mundistas, especialmente los de África, son corruptos, y que la mayor parte de la riqueza de esos países está dirigida a pagar la deuda con el Banco Mundial y el Fondo Monterario Internacional. Ahí está el problema.

La comida sobra, lo que no hay es ganas de acabar con la pobreza. Y no la hay porque la pobreza extrema del tercer mundo provee el equilibrio necesario para que el primer mundo pueda vivir como vive. Para que yo pueda comer aquí lo que como, mis camarones al ajillo, tener mi aire acondicionado en los veranos, conducir un carro cuando me de la gana, etc, deben haber miles de personas viviendo en la mierda equilibrando mi consumo. Los pobres deben quedarse pobres para seguir siendo explotables. Un país donde no hay comida, es un país fácil de someter, fácil para robarle sus recursos naturales, café, trigo, su comida, su oro, diamantes, o lo que sea. Pero cuando se trata de ayudarlos a vivir mejor, miramos todos para otro lado. Porque sabemos que si ellos vivieran como nosotros, se nos fundiría el mundo azucarado en que vivimos.

jueves, 11 de octubre de 2007

Sangre, sudor y videojuegos

Durante años se ha estado debatiendo sobre el efecto que pueden tener ciertos videojuegos en la conducta de los jugadores. Quizá la mayor controversia estalló después que se supiera que los dos adolescentes que llevaron a cabo la masacre en la high school de Columbine, Colorado, habían estado bien inmersos en juegos de disparar en "primera persona". Desde entonces los tiroteos dentro de escuelas y universidades americanas han aumentado, al igual que la cantidad y la afición por estos juegos. Esto no quiere decir que los videojuegos sean directamente responsables de que unos adolescentes desajustados cometan estas barbaridades, pero según el documental Blood, Sweat, and Code, poco a poco los científicos parecen estar estableciendo una relación entre ambas cosas.

Este documental explora la violencia en los videojuegos. Quizá lo más interesante es el caso de un científico que se dedicó a estudiar la actividad cerebral de personas mientras jugaban, con la idea (hipótesis) de probar que no eran más que simples juegos; actividades lúdicas inofensivas. Sin embargo, para su sorpresa, el científico descubrió algo muy preocupante. El nivel de realismo en los juegos es tal, que equivale a una simulación donde el jugador se transporta a ese mundo virtual y sufre una actividad cerebral parecida a aquella que estaría experimentando en un campo de batalla. Stress, angustia, y desarrollo de puntería.

Hace unos años un chiquillo loco americano, adicto a juegos de tiro en primera persona, consiguió una pistola, entró a la escuela, disparó ocho veces, matando justo 8 personas. Lo más increible de todo fue la precisión con que lo hizo. Todas sus víctimas murieron de un certero tiro en la cabeza. Este chico no tenía experiencia real con armas (sólo había practicado una vez). Aunque nada es concluyente, todo parece indicar que los videojuegos le ayudaron a desarrollar de cierta manera esa puntería.

Lo más desagradable de todo el documental es cuando nos presentan al ejército de los EEUU financiando videojuegos bélicos con el fin de reclutar jóvenes. Durante los últimos años el nivel de reclutas ha decendido, y el ejército está desesperado porque no cuentan con la carne de cañón necesaria. Por eso están desarrollando juegos super entretenidos, donde tenemos que viajar al Medio Oriente a cazar terroristas árabes. Sí, en esos juegos todos los malos son árabes, además fáciles de matar. Es increíble escuchar de la boca de un oficial del ejército que "Los videojuegos son el modo más eficaz de hacerle a una persona perder el miedo a la hora de matar a alguien." Y es que en estos juegos la vida no vale nada. En un minuto puedes matar 200 personas, incluso transeuntes por mero placer. ¿Qué puede significar la vida para la maquinaria armamentista detrás del ejército americano? ¿En qué pensarán los empleados mientras construyen esas bombas gigantezcas, o las ametralladoras? Es claro que la única manera en que se puede producir ese tipo de objetos manteniéndo la conciencia más o menos tranquila, es después de haberte narcotizado tragándote una ficción. Sí, como esas que al loco Bush le gusta crear, diciendo que Saddam era una amenaza real para EEUU, encendiendo un nacionalismo patriótico en base a mentiras y más mentiras.

Los niños árabes también se divierten con estos juegos, a pesar de que los americanos salen glorificados tras haber "capturado" a Bin Laden. Pero ahora los árabes adultos preocupados por esto, están creando juegos super realistas donde la misión, por ejemplo, es matar a oficiales de la policía israelí, y "salvar" a Palestina. En un momento del documental, sale el creador de uno de estos juegos, y dice "Siento una enorme satisfacción cuando veo el brillo en los ojos de esos niños descargar su ira y sentir que hacen algo por Palestina." Verdaderamente conmovedor...

Bueno aquí les dejo un link con el documental con la traducción en español castizo manchego. No sé cuánto durará, así que aprovechen.

Primera Parte:

http://tu.tv/videos/sangre-sudor-y-videojuegos-1-de-2

Segunda Parte:

http://tu.tv/videos/sangre-sudor-y-videojuegos-2-de-2

miércoles, 10 de octubre de 2007

Nuestra soledad cósmica

Los ateos muchas veces nos preguntamos por qué a tantos millones de personas les hace falta creer en Dios. La mayoría de los ateos hemos sido creyentes en algún momento de nuestras vidas. Por eso, cuando desde el ateísmo miramos atrás y vemos tanta gente con sus rituales automatizados, no entendemos cómo es posible que no se den cuenta del gran fraude que son las religiones.

Hace poco vi una entrevista entre Jonathan Miller y el filósofo Collin McGinn, ambos ateos. Se plantearon la pregunta ¿Por qué la gente cree en Dios? Y surgió un concepto muy interesante: cosmic loneliness, que significa soledad cósmica, o la soledad que siente el ser humano dentro del cosmos. Se nos hace difícil entender que estamos solos, y que a nadie "allá afuera" le importa.

McGinn explica que la conciencia humana está en esencia sellada y separada de otras conciencias. Y deseamos entrar en contacto con ellas. Pero la única manera que tenemos para conocernos los unos a lo otros es indirectamente, mediante los "síntomas" del cuerpo.

El ser humano lucha contra su esencia solitaria. El amor, el arte, la literatura, son modos de establecer contacto. Pero quizá el antídoto más eficaz contra la soledad sea Dios. Sólo pensamos en él, y ya entramos en contacto con alguien. Dios nos conoce íntimamente en la mente. Esto, según McGinn, satisface la sed de comunión con algo más allá del ser.

Qué bonito suena todo esto. Estamos sólos, pero en nuestra interioridad nos topamos con Dios, nuestro amigo fiel. Si hasta ahí llegara todo, yo no tendría nada contra la religión. Dios, un ser imaginario, un tipo de Pepe Grillo que está ahí para acompañarnos. Pero no, la religión, desgraciadamente, comienza en el momento en que una persona quiere establecer que su Dios también debe ser el mismo de los demás. Pepe Grillo debe colectivizarse. Y si no te sometes, mueres o cualquier otra variación manipuladora (no serás salvo, irás al infierno, te quemarán vivo, etc.).

Esta es la gran tragedia religiosa. Y también la ironía, pues lo que se supone que une a los pueblos, a la larga no crea más que divisiones y odios.

¡Hay que ver hasta dónde un amigo imaginario puede llegar!

Los ateos, prescindimos de todo esto. Creemos que el significado de nuestra vida debe hallarse en la vida misma, y no fuera de ella. Cada persona debe encontrar sentido a su propia vida. Y nadie debe imponerle ese sentido a nadie, pues cada ser humano es único y posee diferentes necesidades. A los ateos nos rejode la religión, pero también debemos comprender de dónde surge la necesidad de ella.

El ateo, como todo ser humano, debe luchar también día a día con esa soledad cósmica que nos oprime. Pero se diferencia de los creyentes, en que no proyecta el sentido de su existencia en un ser imaginario que le han impuesto por tradición. El ateo no posterga la felicidad para un "más allá" o un "reino" futuro. El ateo debe actuar en el ahora. Su reto es luchar por demostrar a los demás y a sí mismo que esta vida finita vale la pena ser vivida porque es suya, y es lo único que con seguridad tiene.

lunes, 1 de octubre de 2007

De cara a un eco-psicópata

Muchas veces hablamos de los grandes empresarios capitalistas como si se tratase de seres anónimos, mistificados bajo un aura malévola de poder. Pensemos en los dueños de multinacionales explotadoras como Starbucks o Walmart, y vemos a estos seres de capa negra, con cuernitos, sentados a la mesa de su congregación iluminatti, maquinando cómo hacerse con nuestros destinos y plantarnos su 666 personal, que no es otra cosa que el logo de su marca (trademark). Hacernos consumidores de por vida es su meta.

Bueno pues esto no es así. Los dueños de esas grandes compañías son gente como cualquier otra. Muchas veces no tienen ni puta idea de las barbaridades que sus goliats globalizados llevan a cabo en alta mar. Mmm... quizá desean mejor no saberlo. En fin, que hace unos días me topé con uno de estos sinvergüenzas, un explotador de madera, que se dedica a talar cuanto bosque encuentra. Y lo peor de todo es que el hijo de puta resultó ser un bonachón con sonrisa de par en par. Fue mi primer encuentro con alguien del otro lao, del lado de los rudos; mi primer meeting con un canalla de carrera.

Ustedes se preguntarán qué carajo hacía yo condeándome con gente de esa calaña. Pues todo se debe a que un amigo trabaja en el almacén-aserradero gigantezco donde la compañía del maderero cabrón guarda toda la materia prima después de traerla por barco desde diferentes puntos del planeta. Mi amigo quería mostrarme aquello, y tengo que decir que valió la pena verlo. Imagínense un almacén del tamaño de un campo de futbol, con una altura de unos 30 pies, repleto de cientos de bloques de madera de miles de variedades. No voy a mencionar para qué era tanta madera. Basta decir que todo era para un mercado especializado, así que a veces un bloquecito de madera podía costar 100 dólares. Lo que más me impresionó fue ver árboles enteros de un diámetro de como 12 pies, tumbados allí en el almacén secándose. Me puse a pensar cuántos años le habría tomado a esos árboles llegar a ese tamaño, y cuánto le había tomado a dos cabrones aserrarlo y mandarlo al suelo. Después de más de una hora recorriendo aquella fábrica, comencé a preguntarle a mi amigo sobre la política de la empresa. Mi primera pregunta fue quizá la más ingenua de todas: “¿El dueño promueve la reforestación?”

El pana mío se me rió en la cara. Y entonces comenzó a darme el perfil de su jefe. Y bueno ya todos sabemos lo que hacen los mega-capitalistas hijos de puta, a parte de comprar mansiones y contar billetes. Eso ya lo sabemos bien. Lo que quiero compartir con ustedes son los datos folclóricos que llevan a este hijo a puta a resaltar entre muchos de su especie Homo vampirum. Para empezar, el individuo va a los países tercer mundistas, y abre aserraderos por todo el mundo. Le paga una miseria a unos cuantos muertos de hambre para que le seleccionen los árboles y los corten, etc, y extorsiona a las autoridades locales con unos pocos billetes, de moda que las leyes que protegen el medioambiente quedan anuladas ipso facto. No crean que se necesita mucho dinero para extorsionar a esta gente, porque en un pueblo donde, a estas alturas del siglo XXI, la gente se mata a machetazos porque unos son “más negros” que otros, sólo hacen falta 5 pesos para comprar al alcalde y a media familia, y de paso hasta te regalan a la primita gorda que nadie quiere. Y oigan, que esto no me lo estoy inventando.

Otra característica por la cual se distingue este —permítanme la palabra— eco-psicópata es su alta cultura y erudición. Una de sus actividades más cotidianas es ponerse al día sobre qué especies de árboles están al borde del peligro de extinción. Cuando una especie entra en esa lista, las leyes internacionales la convierten en especie protegida, de modo que es casi imposible talar esos árboles y sacarlos de un país y llevarlos a otro sin que te descubran. Así, lo que el canalla hace es averiguar qué especies están a punto de entrar en la lista protegida, e intentar cortar rápidamente todo lo que pueda de esa especie, de modo que cuando se active la ley de protección el tenga en el almacén cientos de toneladas frescas de madera la madera en cuestión cotizándose a precios mil veces más altos que antes. El tipo intenta ignorar el hecho de que quienes precisamente llevan esas especies al borde de la desaparición son cabrones como él.

Pero ahí no queda todo. Ahora viene el plato fuerte. El dueño de esta maderera está bien conectado en todo el mundo. Es más, tiene a su alcance la información actualizada sobre las especies que están a punto de extinguirse. Lo sabe mejor que nadie. ¿Saben por qué? Porque este hijo de Dios también es miembro de... Greenpeace! Chúpense esa en lo que les mando la otra.

Mi amigo dice que el viejo se metió en Greenpeace para lavar su conciencia. Pero yo lo veo todo más maquiavélicamente. El cabrón está infiltrao en Greenpeace para conveniencia suya. Si una persona quiere saber cuál es el estado de peligro de la especies, Greenpeace es la organización donde debe estar. Lo trágico es saber que, en este caso, el diablo anda en casa.

Cuando terminé el tour con mi amigo, me llevó a las oficinas, y finalmente, de casualidad, me encontré cara a cara con el susodicho, el canalla de la sonrisa eterna. El tipo me saludó afectuosamente, y me preguntó si me había gustado lo que había visto.

“Sí claro, tantos árboles hermosos”, le dije.

“¿Verdad que el aroma es impresionante?”, me preguntó todo orgulloso.

“Ufff definitivamente, un aroma única...”, contesté.

“Aroma único a árboles muertos, cabronazo”, fue lo que realmente pensé. Luego nos llevó a una sala con hermosas fotografías de árboles extintos, nos invitó a un café, y nos contó anécdotas que para él eran superficialidades, sin embargo a mí me ayudaban a dibujar mejor en mi cabeza el perfil de un gran hijo de la gran puta.

Luego me fui a mi casa, me senté a escribir este artículo, y me avergoncé, pues aquel viejo iluminatti de capa negra y colmillos satánicos, había resultado ser un osito de peluche que puso patas arribas todos mis esquemas. El tipo parecía no tener ningún problema para conciliar el sueño. Y lo peor de todo era que hasta bien me había caído.