Si existe una enfermedad aterradora esa es el cáncer. Quizá lo peor del cáncer es que se trata de un daño que el cuerpo se auto-inflige. Las células en alguna parte del cuerpo comienzan a crecer desmesuradamente. Crecen y crecen, sin tener un propósito, sin importarles el equilibrio del sistema. Crecen hasta que te matan.
En el mundo contemporáneo también tenemos nuestros cánceres sociales. Uno de ellos son las llamadas “multinacionales”. Desde hace mucho tiempo me he preguntado qué es lo que hace a los dueños de estas compañías querer crecer y crecer. ¿No les bastan los millones que ya tienen asegurados en su banco? Desde mi humilde e inocente cabecita, se me ocurre pensar que una vez una persona vive ya como rico, tiene éxito económico, sus yates, sus mansiones, ya debería decir “hasta aquí llegué”. Pero con las grandes empresas sucede lo contrario. Vemos por ejemplo las cadenas de fast food como McDonald’s o software Microsoft, y no nos queda remedio que interpretar sus ansias de crecimiento y expansión como una verdadera aspiración a conquistar el mundo. La política de McDonald’s parece ser: “Que no haya un solo pueblo del mundo que no tenga un McDonald’s” Ya en Estados Unidos la meta parece haberse ampliado a: “Que no haya un solo semáforo en el cual no puedas encontrarnos.”
Si una frase caracteriza a las multinacionales es: CRECE O MUERE.
¿No nos suena esto parecido a una filosofía cancerígena?
Por muchos años se me ha explicado que lo que sostiene las ansias de expansión en las multinacionales es la avaricia. La gente es tan materialista, que una vez tienen un billete quieren dos, y así sucesivamente pero a nivel macro. Pero bueno, esto es obvio. Así somos los seres humanos. Lo que no se suele mencionar son las causas concretas que impulsan esa avaricia. Aquí no voy a discutir todas. Tampoco soy un experto en la materia. Pero les voy a mencionar una de las causas mayores: el mercado de valores.
La mayoría de las multinacionales cotizan en las grandes bolsas de valores. Esto quiere decir que hay accionistas. Personas que compran “partes” de la compañía. Sin el dinero de los accionistas la compañía desaparece. Como todos sabemos, el valor de las acciones fluctúa. Si el valor de las acciones de una compañía de repente se desploma, la compañía está destinada al fracaso. La manera en que las empresas se aseguran de que esto no les ocurra es expandiéndose. Si yo tengo una cadena de supermercados, la mejor forma en que puedo asegurarle a los accionistas que vale la pena invertir en mi empresa, es mostrándoles que tengo una compañía fuerte. Y la mejor manera que se demuestra eso es abriendo nuevos supermercados. Estas expansiones no sólo generan más ingresos, sino que suben el valor de las acciones y atraen más accionistas.
El problema ocurre cuando el nivel de ganancias se estanca. Supongamos que el año pasado la compañía X tuvo un margen de beneficios de 200 millones de dólares. Puras ganancias. Si este año X hace 150 millones de dólares en ganancias, a los ojos de los accionistas eso aparece como una “pérdida”. En realidad no ha habido pérdida alguna. Pues hay 150 millones de dólares entrando. Pero esto no es suficiente. “Algo” está ocurriendo con X…algo que “huele mal”. Esto hace dudar a los accionistas, y hasta los espanta. Si X no logra superar el año entrante los 200 millones entonces estarán en serios aprietos. Así pues el objetivo de las grandes empresas no es generar ganancias, sino generar más ganancias que ayer para mantener felices a los accionistas. La única manera en que esto se puede sostener es expandiendo la empresa, aunque el precio a pagar sea catastrófico.
La mejor manera en que una compañía consolida su base de accionistas es dando el salto a otros países. Es ahí donde nace la “multinacional”. La mayoría de las empresas multinacionales están centradas en países del primer mundo. Cuando dan el salto, lo hacen sabiendo que los costos de producción en el tercer mundo son muchísimo más bajos; lo que les reporta un mayor margen de beneficios anuales (y más contentura para los accionistas.) Por eso las multinacionales, siempre que pueden, no esperan mucho a sustituir la mano de obra nacional por la extranjera. Así miles de empleados del país original se van a la calle, pues con el salario de uno solo puede pegarse el de veinte en otro país. No es que la empresa sea mala. Sino que para sobrevivir debe alcanzar ciertas cifras por los medios que sea. Crece o muere. La empresa no quiere morir. Así que crece.
La mayor desgracia le ocurre a los países tercer mundistas. Las multinacionales saben que en éstos es fácil explotar a los trabajadores, porque los gobiernos locales ven su presencia como un alivio al desempleo. Mientras más fábricas extranjeras haya, menos personas sin trabajo con las que lidiar; aunque su salario sea una miseria. Aunque la empresa siga haciendo millonarios a unos pocos dirigentes. Esto es lo que está ocurriendo ahora mismo en China o Tailandia. Esta situación afecta también a los niños. Por ejemplo, el vasito de café tan rico que te tomas a 5 dólares en un Starbucks, paga todo el café que un niño en Etiopía recoge a lo largo de un mes intenso. Y encima Starbucks dice que el café que compra es caro.
El medio ambiente también sufre las consecuencias de las multinacionales. En países africanos o asiáticos es muy fácil violar todas las leyes que protegen el medioambiente extorsionando con unos pocos dólares a los funcionarios de turno.
Otra práctica de las multinacionales consiste en acaparar la producción local de productos. Por ejemplo, digamos que un agricultor de papas en Idaho recibe $2 por cada saco. El primer año Burger King le hace un pedido millonario de papas. Al año siguiente también. El agricultor se ve obligado a contratar más mano de obra, comprar equipo de modo que pueda suplir la demanda de Burger King. Muy bonito todo. Hasta que un día Burger King llega y le dice que de ahora en adelante le comprará el saco de papas a $1.50. El agricultor se encojona, pero acepta. Tendrá que despedir unos cuantos empleados locales, y contratar un montón de inmigrantes ilegales que los sustituyan cobrando un salario mísero. Pero está bien. Aquí no ha pasado nada. Al año siguiente, Burger King le dice al agricultor que comprará el saco a $1. El agricultor entonces se da cuenta que si acepta no podrá pagarle ni siquiera a sus empleados ilegales, no podrá sostener el negocio y tendrá que cerrar. Entonces Burger King le da la solución: “Te compramos tus tierras, y te las arrendamos.” Poco después el agricultor se ve sembrando papas y pagándole a Burger King por cultivar un terreno que una vez fue suyo. (No digo que Burger King haya hecho esto en concreto, sin embargo es el tipo de práctica que las multinacionales llevan a cabo, y también muchos supermercados nacionales.)
Muchas veces no son las empresas famosas reconocidas las que se encargan de tragarse a las empresas pequeñas. Hay intermediarios que hacen ese trabajo sucio. Por ejemplo a los ganaderos americanos les ha pasado esto. En EEUU quizá existen solo unas cinco super compañías que se encargan de distribuir la mayor parte de la carne de res a todo el país. Con los pollos es peor, porque el monopolio de Tyson es casi absoluto. Esas empresas se dedican a hacerle la vida imposible a los ganaderos locales, de modo que se vean obligados a venderle sus tierras, fincas, cabezas de ganado, mataderos, etc. Esto le reporta a las mega distribuidoras de carne un margen enorme de ganancias, y le permite venderle a las cadenas de comida basura la carne en un menor precio. Así que a McDonald’s no le supone gran gasto ponerte en el hamburger un cuarto de libra o una libra entera. De hecho, McDonald's gasta más dinero en Coca-Cola que en carne. El asunto es atraer a los consumidores de la manera que sea, y multiplicarlos, indoctrinarlos desde que son niños con el payaso satánico ese de los cojones. (Los estragos que causa este sistema asqueroso capitalista han sido recogidos en el libro Fast Food Nation de Eric Schlosser.)
Así pues, la próxima vez que veas en las noticias la sección de economía, y veas las cifras del Dow Jones, Ibex 35, esos rápidos numeritos moverse de derecha a izquierda, piensa que no es chino, ni tampoco simbolitos indescifrables estilo The Matrix. Son los números que marcan el futuro del medio ambiente y de la humanidad. Son los números del cáncer social que nos arropa. Los números que marcan el imperativo: Crece o muere. Un círculo vicioso al que difícilmente hallaremos salida, hasta que el “crece” deje de ser una opción.
5 comentarios:
La expansión corporativa degenera a todo un país a merced de grandes intereses capitalistas en busca de trabajo barato. Concuerdo completamente contigo, el mercado de valores y acciones controlan y dictan el poderío de riquezas que se reparten en wall street.
Nunca es suficiente para el capitalismo globalizado.
muy buenos tus comentarios tendríamos que crear algo para sacar de ese camino errático a toda la población.
Estoy de acuerdo con tigo ademas las multinacionales buscan mercados emergentes como colombia para expandirce mas y mas sin importar las concecuencias que traiga para la sociedad
estoy de acuerdo con tigo otra cosa que tengoq eu agregar es que las multinacionales tambien se hacen fuertes en mercados emergente como olombia ya que posse muchos recursos apropiados para ellas. si importar a lo que nos afecte a todos y a las empresas nacioneles
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