lunes, 9 de julio de 2007

¡Seamos herejes felices!

Toda comunidad tiene sus héroes. Los militares tienen sus condecorados. Los religiosos tienen sus santos. Los seres imaginarios sus Papás Pitufo. Los ateos también tenemos nuestros héroes. Y hoy me refiero a una persona viva, Judy Hayes, la hereje feliz.

Judy Hayes es una humanista secular americana, que fue de las pioneras en el ciberateísmo. Su sitio, The Happy Heretic, nos trajo la aportación de que el ateísmo y la crítica religiosa podían combinarse con una muy buena dosis de humor. Judy escribía sólo una columna mensual. Pero vaya columna! Era de calidad publicable, para hacer un libro. Pero un buen día Judy, quizá por los achaques de la edad, se cansó. La mujer recibía cientos de e-mails agradeciéndole su trabajo. Pero entonces Judy, hizo un experimento: intentó comprobar la fidelidad de sus lectores y el nivel de interés. Y decidió cobrar para que pudieramos leer su site. Por un momento pensé que nuestra Judy se nos iba del dark side, y abrazaba al sistema. En realidad, ella quería cobrar una verdadera porquería. Algo como $10 al año. Decía que era para pagar un "hosting" decente. Y ya que tantos disfrutábamos de sus escritos, pues ella entendía debíamos ser los mismos en contribuir a esa causa. Pero vaya desilusión se llevó. Pues casi nadie se suscribió a su nuevo site. Esto fue un "golpe" muy duro para Hayes, y la señora finalmente decidió cerrar su site.

Me gusta pensar que esa no fue la verdadera razón para que Judy abandonara el internet. Creo que la señora sencillamente se sentía cansada, y le agobiaba la "responsabilidad" de que tantos esperaran con ansia su super columna mensual. A pesar del triste desenlace, pienso que cumplió bien su trabajo. Judy nos hizo reir. También nos hizo ver a todos lo absurdo del llamado "agnosticismo". Pero quizá su mayor aportación fueron, lo que yo llamo, sus tres preguntas pilares. Judy nos pedía que cada vez que alguien nos preguntara si creemos en Dios, debemos contestar con una pregunta:

"Which god?" (¿Cuál dios?)

Las creencias religiosas son tan numerosas y diferentes, que la gente incluso de una misma religión, tiene ideas distintas sobre dios. En resumen, todos los creyentes son co-creadores de su dios. Especialmente los católicos, que les encanta acomodar a su dios a la medida. Así que si alguien quiere saber si creemos o no creemos, primero debemos exigir que se nos especifique cuál es ese dios. Por ejemplo: :¿Crees en Dios?", nos preguntan. Contestamos, "¿Cúal? ¿Zeus?, ¿Apollo?, ¿Thor?, ¿Krishna?, ¿Yukiyú?, ¿Quetzatcoatl?" Ciertamente todos son muy distintos, ¿no?

Así pues, la primera forma en que un ateo comienza a desarmar la irracionalidad de un creyente, no es poniendo en duda la existencia de su dios, sino dejando en evidencia la existencia de miles de otros dioses. Luego el creyente deberá justificar por qué cuando usa el término "dios", se refiere a ESE dios en específico y no a otro.

Así, después que el creyente define a cuál dios se refiere, surge la segunda pregunta de Hayes:

"¿De qué manera es tu dios diferente de otros dioses, y por qué lo escoges a él y no a otro (s)?"

El sentido de esta pregunta, es poner en evidencia que cada dios es una opción, una elección entre miles de miles. Queremos llegar al punto de establecer que el creyente cree en el dios que cree porque culturalmente es el dios que le ha tocado. (Para esto hay excepciones, pero pocas). Los que nacen en medio oriente seguramente creeran en un dios monoteísta como Yavé o Alá. Los que nazcan en EEUU seguramente creerán en Jesús. Los que nazcan en medio de un bosque seguramente creeran en otra deidad local. El ateo escéptico debe hacerle entender al creyente que su fe, seguramente le viene por herencia y no por voluntad propia. Así llega la tercera y última pregunta fundamental que debemos hacerle al creyente:

"¿Cómo puedes saber que tu dios es el verdadero, si cada persona religiosa del planeta piensa exactamente lo mismo sobre su dios, tiene unos textos sagrados que así lo dicen, tienen milagros que lo avalan, y una enorme tradición detrás?"

Bueno, la pregunta se explica sola. Poco a poco le hacemos ver al creyente que existen opiniones diferentes a la suya, y que éstas tienen exactamente la misma fuerza ideológica y fervorosa! Todas usan los mismos argumentos y las mismas artimañas. Entonces, ¿en qué se basa para haber elegido a ese dios? La respuesta obligada es que sólo se basa en la tradición, o en que sus padres le inculcaron esa fe, porque es imposible que antes de haberse hecho creyente, haya estudiado todas las opciones disponibles en el supermercado de las religiones.

Los cristianos justifican su creencia en textos sagrados. ¿Pero acaso no es esto lo mismo que hacen los musulmanes o los hinduistas? La típica repuesta de un cristiano, por ejemplo, será: "Porque lo dice la Biblia. Porque mi Dios hace milagros. Porque Jesús resucitó." Pero esto es lo mismo que diría un hinduista, usando diferentes nombres: Porque lo dicen los Vedas. Porque Brahma hace milagros. Porque Krishna resucitó. etc etc.

Cómo saber cuál es el verdadero dios? No puede ser que todos sean verdaderos, ya que las doctrinas se contradicen abiertamente. Así que no valen respuestas como "Todos creemos en un mismo Dios" o "Todos los caminos conducen al mismo sitio." Mentira. Así que por favor, díganos ¡Cuál es ese dios en que debemos creer, y qué lo hace especial frente a los demás!

Las tres preguntas pilares de Judy Hayes, seguramente no saquen al creyente de su irracionalidad. Sin embargo, son buenas punta de lanza en una conversación sobre religión. Ayudan al ateo a tomar la iniciativa. Y también ayudan a que el creyente tome conciencia de que su religión no es la única en el mundo, que hay mucha gente que cree cosas distintas y otras igualitas con distinto nombre. No se trata de destruir al enemigo, sino de ayudarlo. Esa es una de las lecciones de Judy.

Es una pena que se haya retirado, y que yo no tenga el talento de transcribir sus pensamientos a la manera de ella. Pero lo importante es que cada vez somos más quienes tomamos su antorcha, y podemos recordarles a los creyentes, que en el mundo también habemos herejes felices.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felizmente, Judith Hayes volvió a publicar sus magníficos artículos en su sitio "The Happy Heretic".

Al parecer tuvo que tomarse un tiempo de descanso, debido a cansancio y, posiblemente, mala salud. Pero ya han vuelto a aparecer sus reflexiones mensuales desde febrero de 2008.

Saludos.

MG.