jueves, 28 de junio de 2007

Ojo a los monopolios morales!

Monopoly es uno de los juegos que más me gustan. Este juego tiene algo de revelación divina, porque es uno de los que mejor expresa nuestra condición humana. Nos dan tres o cuatro papelitos de colores, el hotelito verde, y pronto comenzamos a frotarnos las manos, a sudar, las taquicardias… En fin, nos convierte en magnates de juguete. Qué rico se siente cuando vas ganando, y ves como sufren esos cabrones que caen en tus hotelotes rojos en las prestigiosas avenidas de Boardwalk y Park Place. El concepto de monopolio es muy interesante. El monopolio es la consecuencia lógica de poner en práctica las reglas del capitalismo hasta las últimas consecuencias. Los gobiernos liberales te dicen haz lo que te de la gana, la competencia es libre. Ahh pero si acaparas el mercado, luego de que te has clavao medio planeta, de repente el mismo cabrón gobierno que te incentivó, te multa y te dice “brother, te pasaste de la raya.” En el diario vivir esto mismo nos ocurre con otros aspectos de la vida. ¿Algunas vez se han preguntado por qué los gobiernos suelen crear leyes que prohíben los monopolios económicos, y sin embargo nadie mueve un dedo cuando se trata de controlar los monopolios de la verdad?

Un lugar donde encontramos estos monopolios es la moral. En nuestra sociedad existe un sector que piensa que la religión tiene la autoridad suprema en materia de ética y moral. Cada vez que se debaten temas como los derechos humanos, clonación, células madre, aborto, etc. siempre tiene que haber un representante (o varios) de la religión. No me parece mal que toda la sociedad tenga voz en este tipo de debates, sin embargo, nadie cuestiona de dónde surge la autoridad moral de estos personajes. ¿Qué hace a un cura apto para hablar sobre temas relacionados a bioingeniería? Bueno, está claro que no le hacen falta doctorados en ciencia, ni haberse sudao su microscopio, pues su autoridad le viene de Dios.

Hace unos días un reverendo protestante americano le preguntaba con vehemencia a una atea en la tele "¿De donde surge la moral si no hay Dios?" Yo no sé cómo se sintió aquella señora, pero en lo personal, encuentro esa pregunta increíblemente ofensiva. Es una pregunta cargada, e insinúa al menos una de dos cosas. Primero, que dado que Dios es la fuente de toda moral, la atea al no creer en Dios, es una inmoral y punto. En segundo lugar, también podría insinuar algo mucho peor: que la atea tiene valores morales, porque en verdá en verdá no es atea ná.

Sí, muchos religiosos ponen en duda la existencia del verdadero ateismo. Yo personalmente he tenido que soportar comentarios como "Nadie puede ser ateo" o peor aun "Eres ateo hasta que algo malo te pasa." Parece ser que cuando una persona está tan cerrada dentro de un tipo de creencia, se le hace difícil aceptar que otra persona tenga un punto de vista totalmente diferente. Esta cerradera mental, que impide tolerar las diferencias, y más aun, contemplar que existan opiniones opuestas es el peor síntoma del fanático religioso.

En fin, el reverendo aquel, quizá no se daba cuenta de que al decir "La moral sólo puede venir de Dios", le estaba faltando el respeto a aquella atea. Los religiosos olvidan que la moralidad ha sido un tema filosófico tratado por siglos y siglos antes de que surgiera el cristianismo. Por ejemplo, en sociedades tan distantes como China, Confucio llego a una idea parecida a la Regla Dorada, "no le hagas a los demás lo que no quisieras que te hicieran". Para llegar a esta "regla" no hizo falta ningún Dios, sino un poco de sentido común. Cuando las personas se respetan y cooperan entre si, la sociedad tiene mejores oportunidades de crecer y fortalecerse. Esto es una prueba de que una moral puede cimentarse en un ideal secular, la sociedad y el bien común, sin que haga falta recurrir a dioses ni hadas ni otros seres imaginarios.

Sólo hace falta un poco de cultura, leer por ejemplo, un poquitito de Platón o Aristóteles, para darnos cuenta de que la moral es una problemática que siempre ha preocupado al ser humano civilizado, dentro y fuera de contextos religiosos. Cada sociedad ha establecido sus fuentes de moralidad, en base a sus necesidades religiosas y también las no-relgiosas. Esto es un hecho universal e indiscutible. Por eso resulta tremendamente penoso que a estas alturas, alguien que se presenta como "autoridad moral" (el reverendo aquel) diga que es imposible que haya moral sin Dios. O es supremamente ignorante y lo mandamos a la univerisidad, o es absolutamente fanático y estúpido, y le damos el "dissability".

Bien, quiza mandar a ese reverendo a leer Platón sea mucho pedir. Yo me pregunto si mientras atacaba a la atea (a quien le insinuaba que era una inmoral) no cruzaba por su mente la idea de que esa mujer pudiera ser talvez una ciudadana ejemplar. ¿No podría ser esa "atea inmoral", quizá una mujer que ame a sus hijos y a su pareja más que a su vida misma? ¿No podía ser ella una persona que que paga sus impuestos, que respeta las leyes? ¿No podría ser esa la vecina que te da la salsa de tomate cuando estas en una emergencia, o la que te presta el teléfono cuando te lo cortaron? ¿La que sufre cuando se le muere un familiar? ¿La que sale a votar en las elecciones? ¿La que estudia con sus hijos? ¿No podía darse cuenta aquel reverendo de que quizá una mujer como aquella, podría ser la que le salvara su vida, donándole sangre?

Si ese referendo contemplara la posibilidad de que esa mujer atea pudiera ser todo eso y más, ¿¿entonces qué carajo significa la palabra "inmoralidad"?? ¿O será que ser inmoral = no-creyente? Sí, parece que de eso se trata. Cuando los religiosos acusan categóricamente de "inmoral" a alguien, en realidad no están diciendo que tú seas una mala persona, que seas un borrachuzo, un chingón sin remedio, que mates gente como Bush, que te copies en los examenes, ni siquiera que pegues mocos debajo del pupitre. No. "Inmoral" es sencillamente la manera en que se refieren a ti cuando no crees en el mismo dios que ellos.

Todos los gobiernos saltan encima de los monopolios económicos, sin embargo éstos no son los peores. Los peores son los monopolios de la moral. Cuando alguien dice, “Dios me habló”. Nadie se queja. “Dios, me dijo que somos los elegidos.” No problem. “Dios me dijo que me den su dinerito.” No pasa nada. “Dios me dijo que menganito es un desgraciao.” Todo normal. “Dios me dijo que menganito es nuestro enemigo”. Hasta aquí es otro típico argumento religioso. “Dios me dijo que debemos matar a menganito.” Bah, las mismas boberías bíblicas de antaño. “Ayer matamos a menganito”. ohhh OHHHHHH....Y es precisamente en ESE instante, cuando la sangre ya llegó al rio, cuando salen los tecnócratas gubernamentales diciendo “Brother, te pasaste!!” Y ahí vienen los Wacco, Texas, etc. Blá blá.

En verdad, es que somos muy tolerantes con los monopolios de la verdad. Vemos al monstruo venir, y parece que nos quedamos pajeaos, esperando como idiotas que explote la bomba. Cualquier persona que posee poder de persuasión masiva, debería convertirse inmediatamente en un agente SOSPECHOSO, en el momento que pone en duda el valor moral de cualquier colectivo. Poner en cuestión la moralidad de los ateos, o cualquier otro grupo minoritario (judíos, gays, etc.), es una manera de generar odio en la sociedad. Si tanto nos jactamos de modernos, es hora ya de que comencemos a EXIGIR que cualquier persona que se dirija a un público con una supuesta autoridad moral, comparta valores como la tolerancia, especialmente hacia las minorías.

Pero en fin, como veo que el camino que nos queda es largo y difícil, ateo que me lees, te pido que la próxima vez que alguien insinúe que tu ateismo es sinónimo de inmoralidad, no te quedes dao, tira pa'lante. Defiéndete. Llama al corillo si hace falta, y dile "Brother, de esta raya tú no te pasas".

No hay comentarios: